Esta vez, ¡sí! - reseña crítica

Somos humanos e imperfectos. Muchas veces deseamos hacer cosas aunque no estemos seguros de si van a salir como planeamos y eso es completamente normal.

En este microlibro vas a encontrar un empujón para empezar a reflexionar sobre tu relación con tus objetivos, aquellos que cumpliste con éxito y otros que no tuvieron ese desenlace. Anímate a aprender cómo plantear mejor tus metas y trabajar hasta alcanzarlas.

¿Por qué se nos resisten los objetivos?

A todos nos ocurre que no siempre conseguimos las cosas que nos proponemos, aunque se trate de objetivos que perseguimos con empeño. Todos fracasamos en algún momento y esto nos causa frustración, pero ¿te has preguntado por qué sucede esto?

Desde su experiencia como psicoterapeuta, Luis Muiño presenta tres variables que explican por qué muchas veces no cumplimos con nuestros objetivos:

1. Falta de realismo: mucha gente no consigue sus objetivos debido principalmente a que tienen metas poco realistas.
2. Falta de planificación: muchas veces es la falta de planificación lo que nos detiene y no nos damos cuenta de ello. Recuerda la frase “Si fallas al planificar, estás planificando fallar”.
3. Falta de motivación real: a veces, en realidad no queremos cumplir esos objetivos. Aunque parezca que estamos intentándolo, la verdad es que no queremos hacerlo.

Ahora, debemos ver el lado positivo del fracaso. Fallar en cumplir objetivos que en realidad no son auténticamente tuyos puede ayudarte a descubrir cuáles son tus metas reales.

Mónica González señala el miedo al fracaso como otro de los motivos por los que no conseguimos cumplir los objetivos que nos planteamos.

A veces, es tanto el miedo que tenemos a no conseguir lo que buscamos que, de alguna forma, nos preparamos para no hacerlo. Es decir, en lugar de crear las condiciones necesarias para conseguirlo, creamos aquellas que nos lo impiden porque nos hemos anticipado y hemos previsto ese fracaso.

Entonces, actuamos pensando que ese fracaso se va a producir y, obviamente, esto limita lo que podemos lograr, porque así como el miedo puede hacernos crecer, también puede paralizarnos, bloquearnos y advertirnos que es mejor no intentarlo.

Otro miedo paralizador es el miedo al compromiso. A la hora de plantearnos un objetivo, debemos ver hasta qué punto estamos comprometidos o dispuestos a comprometernos con él.

Hay un tercer factor que influye mucho y es que a veces nos quedamos en los sueños y no pasamos a la acción, porque desear y soñar no es suficiente para conseguir las cosas, también tienes que hacer algo, tienes que moverte hacia la acción.

¿Qué debe tener un buen objetivo?

Podríamos pensar que un buen objetivo vendría a ser uno que podamos y deseemos cumplir. Para definir un buen objetivo, podemos utilizar el término S.M.A.R.T.E.R. Estas siglas nos servirán como regla mnemotécnica para recordar las características que debe tener nuestro objetivo:

• La S corresponde a “específico” (por su equivalente en inglés “specific”). Nuestros objetivos nunca deben ser difusos, sino que tienen que ser concretos. Por ejemplo, si quiero ser feliz, tengo que definir en qué se concreta esa felicidad.
• Cuando un objetivo es difuso, medirlo correctamente es complicado; y eso es lo que significa la M, “measurable”: un buen objetivo tiene que ser medible. No basta con que midamos lo que nos separa de ese objetivo, sino que también hay que medir los pasos y las metas intermedias, que son clave para conseguir la meta final.
• La tercera letra, la A, significa “ambicioso”. Tenemos que ponernos metas ambiciosas, porque si son demasiado conservadoras no encontraremos la motivación necesaria para alcanzarlas.
• La R significa “realista”. Debemos hallar el equilibrio entre ambición y realismo. Nuestro objetivo no debe dejar de ser ambicioso pero debe ser también alcanzable, teniendo en cuenta nuestras posibilidades.
• La letra T significa “tiempo”. Necesitamos planificar las cosas con tiempo y en el tiempo, porque los objetivos nunca se consiguen en un solo salto; hay que dar pequeños pasos, constituir pequeñas etapas y planificarlas en el tiempo.
• La sexta letra, la E, es de “ecológico”. Cuando ponemos el foco en algún objetivo, tenemos que pensar en qué forma afecta la incorporación de dicho objetivo al ecosistema de nuestra vida. Si añadimos algo nuevo a nuestra rutina, tenemos que pensar de dónde vamos a sacar la energía que nos exigirá.
• La última letra, la R, hace referencia a la “recompensa”. Cuando conseguimos algo que nos ha exigido un gran esfuerzo, debemos ser generosos con nosotros mismos y premiarnos por ello.

Otro gran consejo para que tengas en cuenta a la hora de elegir mejor tus objetivos es que estos sean específicos para tu “yo actual”, es decir, que no sean metas planteadas a diez años o que requieran unas características personales de las que no dispones. Tiene que ser algo valioso para tí, tal y como eres en este momento de tu vida.

¿Qué nos motiva? 

Existen dos tipos de motivación fundamentales: la intrínseca y la extrínseca.

• La motivación intrínseca es aquella que nos sale de adentro de forma natural, sin necesidad de forzarla, y que nos lleva a luchar por nuestros objetivos movidos simplemente por gusto, sin esperar recompensas.
• La motivación extrínseca es la que nace a través de un refuerzo externo, algo que colma alguna de nuestras necesidades, de manera que nos lleva a realizar un esfuerzo que no nos saldría de forma natural.

Lo más eficaz es aferrarse a las motivaciones intrínsecas antes que a las extrínsecas, y recurrir puntualmente a estas últimas de vez en cuando a modo de refuerzo, para que así consigamos que nuestra conducta sea autodirigida.

¿Cuáles son las posibles motivaciones intrínsecas que podemos encontrar? Existen, por ejemplo:

• La motivación de logro: es la que nos lleva a hacer algo solo por el hecho de superar el reto que nos supone.
• La motivación hedonista: cuando buscamos el disfrute vital de los placeres sencillos de la vida.
• La motivación de poder: se da en personas que disfrutan de tener influencia o coordinar grupos.
• La motivación de exploración: cuando lo que nos seduce es lo nuevo, los mundos alternativos, ampliar nuestros horizontes.
• La motivación de afiliación: cuando lo que mueve a la gente a hacer las cosas surge pensando en el grupo o colectivo al que se quiere pertenecer; por ejemplo, la familia.

Como vemos, existen muchos tipos de motivaciones, pero lo más importante es ser capaces de saber cuál es la nuestra. Para identificar tu motivación prioritaria debes tener en cuenta algunas cuestiones:

• En primer lugar, es fundamental que te alejes de las personas desmotivadoras. Muchas veces tenemos a nuestro alrededor a ciertas personas que se empeñan en decirnos y repetirnos que no vamos a conseguirlo. Hay que alejarlas de nosotros.
• En segundo lugar, siempre háblate a ti mismo usando un lenguaje positivo. Seguramente, si se tratase de otra persona a la que le está costando conseguir sus metas, no serías tan duro como lo eres contigo mismo. Por supuesto, es importante no ser condescendiente, pero ten cuidado con cómo te diriges a ti mismo.

Ladrones de tiempo

Es realmente muy importante lograr una buena gestión de nuestro tiempo para cumplir los objetivos que nos proponemos, por lo que es clave identificar todos aquellos distractores que nos roban el tiempo y aprender a evitarlos.

Los ladrones de tiempo pueden dividirse en internos y externos. En el grupo de los internos podríamos hablar del perfeccionismo, de anclarnos al pasado y de la procrastinación.

• Perfeccionismo: sensación de que el resultado nunca es suficientemente bueno por mucho tiempo que invirtamos. Es importante saber cuándo parar.
• La costumbre de anclarnos al pasado: si pensamos permanentemente en cómo hacíamos antes las cosas o en lo bien que estábamos antes, no podremos pensar en el objetivo que tenemos delante actualmente y, debido a eso, no nos moveremos hacia la acción.
• Procrastinación: cumplir nuestros objetivos nos exige un esfuerzo mental, o como lo llama la psicología, atención cognitiva. Al tener que hacer tanto trabajo, nuestro cerebro encuentra fácilmente cosas que nos distraigan de esa atención cognitiva, desviándose entonces del objetivo que hemos establecido.

¿Por qué se produce la procrastinación? El ser humano no está preparado para la atención cognitiva que nos exige nuestro ritmo de vida actual. Es un fenómeno normal, lo único que podemos hacer es reducirlo lo más posible tratando de gestionar la situación para mantener las distracciones lo más apartadas posible.

Respecto a los ladrones de tiempo externos, suele tratarse de cosas sobre las que tenemos más control, como saber decir que no cuando alguien nos pide algo que no queremos o no podemos hacer, o las interrupciones que surgen cuando intentamos concentrarnos en una tarea.

Otro de los grandes ladrones de tiempo de nuestros días es la tecnología mal utilizada. Las permanentes e innecesarias consultas al correo electrónico, a las redes sociales y al teléfono móvil llevan directamente a posponer tareas que podrías hacer perfectamente en ese momento.

La culpa

Todos y todas hemos sentido la invasión de la culpa alguna vez. La culpa es muy dañina porque se trata de un sentimiento paralizador que nos insta a recrearnos en la autocompasión y en el victimismo, y a quedarnos con la sensación de que lo hemos hecho mal.

Si bien a corto plazo la culpa parece funcionar, a mediano y largo plazo es un auténtico desastre. Lo que realmente funciona es asumir la responsabilidad. La responsabilidad es un sentimiento aleccionador que ayuda a reconocer errores y a buscar la forma de mejorar para el futuro.

Además de tratarse de un sentimiento que nos torna mediocres, la culpa nos impide aprender de nuestros errores, nos hace ser permisivos y condescendientes con nosotros mismos, y por eso hay que evitarla.

¿Con qué herramientas contamos para librarnos de la culpa? Principalmente, podemos apelar a la flexibilidad. Muchas veces, cuando no somos capaces de conseguir las cosas, sentimos culpa porque somos demasiado rígidos con nosotros mismos. Recuerda ser amable contigo y no castigarte cuando algo no funciona como lo esperabas.

Notas finales

Entender cómo funciona nuestra mente y conocerte mejor a ti mismo es sin dudas un primer paso fundamental para cambiar tu vida. Este libro te ayudará a comprender mejor qué suele sucedernos a la hora de fijarnos metas y cómo podemos hacerlo de manera realista y ambiciosa al mismo tiempo, para sortear la frustración y llegar a nuestra mejor versión.

Consejo de 12min

En el microlibro basado en “Las trampas del deseo”, de Dan Ariely, hallarás más información para entender mejor cómo funciona nuestra mente a la hora de tomar decisiones y cómo analizar tus opciones de manera inteligente.

Por otro lado, si te interesaron los temas tratados en este resumen, también puedes escuchar todos los capítulos del podcast “Entiende tu mente” en Spotify.